jueves, 22 de diciembre de 2011

2DO PREMIO para HORA PICO (Nos retorcemos con el gentío)

X Concurso de Ilustracion "Leopoldo Marechal"

Queridos Amigos: Quiero compartir con uds. el premio que he recibido por segundo año consecutivo para el X Concurso de Ilustracion "Leopoldo Marechal", en la categoria separador cuento, para la decimo edición del libro Antología de Cuento y Poesía, editorial Pluma e Gallo.

El mismo tuvo lugar el pasado sab. 17 de diciembre,  en el
marco de la fiesta de fin de año de los talleres de Artes
visuales "Villa Mecenas" de Morón, y presentación del libro
Antología de Cuento y Poesía/ 9.

Siendo esta quizá la última publicacion del año, les mando un abrazo cordial para todos ustedes, quienes me honran frecuentemente con su visita al blog, compartiendo sus opiniones y puntos de vista. Mis mejores deseos para que empiecen un 2012 con todo!!



Muestra de las obras ganadoras y menciones en:
tapa, separador poesía, y separador cuento con Hora Pico.




Hora Pico



Nos retorcemos con el gentío, rozando nuestros
cuerpos. Conocemos los olores del prójimo, en
Intima repugnancia.
Mujeres, niños y hombres enfrentan sus caras,
con miradas hostiles. Largos viajes fatigando
bostezos.

Reconocemos en el otro lo que no queremos ser;
como no quisiéramos terminar.

Otras veces, en los últimos trenes, en vagones casi
vacios, nos sentimos solitarios como en un viaje
Cíclico, observando en rostros vencidos, todo el rigor
del trajín rutinario.


M.F. 2011

martes, 15 de noviembre de 2011

Refritos y añoranzas de un oficio.


Texto por Laura Fiori,
para la Serie Refritos y Añoranzas de un oficio:

La serie "Refritos y añoranzas de un oficio" nos muestra la animalización de la humanidad en trance de supervivencia. Son hijos de la teoría darwiniana en la cual el hombre no tiene un lugar privilegiado en la naturaleza, sino que es parido por ésta en forma azarosa, ciega y hambrienta.
Cito parte del artículo "El siglo de la aniquilación. Viaje de un naturalista alrededor del mundo, de Charles Darwin" del libro El amor de mi vida de Rosa Montero:
"Hasta el siglo XIX el mito del Génesis se había mantenido como tal: Dios había creado al hombre a su imagen y semejanza, y había puesto a toda la Naturaleza a su merced; los primeros hombres habían sido Adán y Eva, exactamente iguales a los modernos humanos. Pero los datos que Darwin iba acumulando a través de sus viajes contradecían fundamentalmente todo esto (...)
"Porque su teoría de la evolución, que hoy es la de toda la ciencia moderna, era ciertamente aterradora: no sólo no había un Dios meticuloso, perfectamente organizado y previsor en el principio de todas las cosas, sino que los cambios evolutivos se producían ciegamente, torpemente, por azar. La naturaleza creaba monstruos, y alguno de esos monstruos, por pura casualidad, resultaban ser más aptos para enfrentarse al medio ambiente y sobrevivían. Ese mundo absurdo e insensato ("la torpe, derrochadora, errónea, rastrera y horriblemente cruel obra de la naturaleza", escribía Darwin, espantado de sus propios descubrimientos) era demasiado difícil de asumir”
Según la cosmogonía cristiana el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, posee un destello divino en su ser, expresado en virtudes como el amor y la capacidad de socialización y trascendencia. En contraposición a esta visión, de un modo expresionista los seres de “Refritos” están en íntima intuición darwiniana.
En los dibujos "Cuidar la zona" y "Llenar el buche", por ejemplo, aparecen hombres guiados por el instinto, no ya en las Islas Galápagos o en la selva de Misiones como en la narrativa de Horacio Quiroga, sino en la urbe. Por eso se observan las pezuñas, las orejas grandes y peludas para "Oír mejor", bocas enormes y dientes bien afilados, nalgas prominentes, todos instrumentos para satisfacer las necesidades. El otro aparece como una sustancia en un ritual voraz. Basta echar un vistazo a las grandes ciudades del mundo para verlas reflejadas en los dibujos titánicos de "refritos", donde la obtención del alimento y el sexo son comercios para continuar con la especie.
Estos seres emergen en el plano de la subsistencia, sin dios, no hay en ellos trascendencia ni redención posible. Y es el hombre devorando al hombre en forma monstruosa lo que termina resultando: la aniquilación al “Llenar el buche”.
 
 

Cuidar la zona


Llenar el buche


Otro, como tantos...


Un buen cliente.




Strip night

jueves, 15 de septiembre de 2011

Ediciones Artesanales lmtdas. I Libros.

Amigos:

Ignauguro esta nueva sección donde iré publicando Antologías que incluyan cuentos y/o dibujos de mi autoría, y principalmente, todas las ediciones de autor, pertenecientes a las distintas series de ilustraciones, confeccionadas en forma artesanal y de tiradas exclusivas. Quienes deseen tener alguna de ellas en su casa, podrán conseguirlas en LA LIBRE, arte y libros, Bolivar 646, Cap. Fed.


Extraños padecimientos / Serie marzo 2010 __________________________________________________________

por Marcelo Fernández



Presentación formato packashing:

Caja cartón 13,5 x 19 cm.
8 laminas papel ilustración 240grs.
Confección artesanal de autor.

Publicación julio 2011


Distribuye:

LA LIBRE / Arte y libros
Bolivar 646 – 4343-5328

Lalibrearteylibros@gmail.com



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Placer en la 3ra. Edad / Serie junio 2011
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por Marcelo Fernández


Presentación formato packashing:

Caja cartón forrada en pana 13,5 x 19 cm.
8 laminas papel ilustración 240grs.

Confección artesanal de autor.

Publicación julio 2011



Distribuye:

LA LIBRE / Arte y libros
Bolivar 646 – 4343-5328





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Con motivo del concurso nacional de cuento y poesía 2011 organizado por Fundación Cathedra, nace esta antología de los 18 escritores seleccionados llamada Destellos. La misma, incluye dos de mis cuentos que participaron en dicho concurso: Virgen Rota, y Motorman, que obtuvo el primer premio.




jueves, 1 de septiembre de 2011

PRIMER PREMIO para MOTORMAN

Concurso Nacional Cuento y Poesía / Premio anual Cathedra.


Lectura en vivo.

Con gran alegría quiero compartir con Uds. este primer premio y mención de honor otorgado por Fundación Cathedra (Centro promotor de las artes y las Ciencias) al cuento Motorman. Dicho concurso, a su vez, consiste en la publicación anual de una antología de los escritores seleccionados, libro en el cual, se encuentra publicado el texto ganador, y Virgen Rota, otro relato de mi autoría, que también participó en el certamen y gratamente fue seleccionado para formar parte de esta antología, llamada Destellos.



A continuación el texto y alguna fotografía de la velada.

lunes, 11 de julio de 2011

ExtraÑos Padecimientos | serie marzo 2010

Los especialistas los consideran seres mitológicos de inconmensurables siglos que, cuya ramificación genética o parental, se remonta tal vez al Hombre de Piedra o al Golem.
Algunos grabados hallados en las ruinas de civilizaciones precolombinas, revelan un elevado conocimiento de aquellos nativos hacia estos seres, además de la fluida interacción con-vivencial que muestran las imágenes. Este hecho fundamenta su posible existencia en estas latitudes, teoría que cobra fuerza por el hábito del nomadismo, aunque no faltan quienes lo atribuyen a vivaces evocaciones de la imaginería de los nativos.
Se caracterizan principalmente por una inusitada inestabilidad física. Esta, se manifiesta ante algún imprevisto roce o brusco movimiento de cualquiera de sus miembros que pueda suponer, se cree, un potencial daño, momento en el cual todo el cuerpo es víctima de un extraño padecimiento convulso, en donde la masa muscular experimenta inverosímiles posturas. De aquel lugar en cuestión, surgen las más extravagantes figuras –a veces humanas, otras animal– experimentando también dicho trauma al momento que estos seres se encuentran en pleno acto sexual.
Al momento de la crisis, sus cuerpos se desplazan por el piso, ensayando frenéticos movimientos, emitiendo un gruñido sordo y constante, tensionando sus tendones a más no poder, hasta llegar, a duras penas, a algún escondrijo oscuro. Una vez guarecidos, por espacio de unos veinte a cuarenta minutos esperan, con la respiración lenta y dificultosa, hasta recobrar lentamente su estado normal. Generalmente, esto lo padecen durante el día, de modo que tienen que esperar hasta bien entrada la noche para volverse a sus casas, ya que, naturalmente, sus ropas quedan hechas andrajos.
Un periodista español de visita por un remoto pueblito Albanes, asegura haber escuchado historias acerca de la huída de estos seres en plena transformación, mientras que un grupo de niños revoltosos los perseguían tirándole todo cuanto encontraban en la calle.
Todavía no se sabe a ciencia cierta a qué fenómeno responde esto, si a causas meteorológicas, al estado de ánimo con el que se levantan, o a cómo la luz incide sobre ellos. Algunos paleontólogos de medio oriente especulan que dicha metamorfosis tiene implicancias atávicas, es decir, que responden a un extremo instinto animal de preservación. Según trascendidos, raras veces, este violento proceso se torna sutil y armonioso, rozando a algo parecido a una danza coreográfica, a una suerte de neo-figuración lírica.
Las cicatrices que trazan lo largo y ancho de sus cuerpos nos indican los puntos por donde la metamorfosis tuvo lugar. Resultan interesantes visualizarlas una por una, e imaginar cuan grotesco o deforme era el aspecto de todo aquello que por ahí salió.
A pesar de la actitud agnóstica de algunos señores, la voz unánime de muchos testigos asegura que estos individuos circulan actualmente por las calles, sin que, como otros tantos suponen, permanezcan recluidos por organismos gubernamentales, o por siderales sectas proféticas.
De modo que cuando gozan de estado normal, con el aspecto de "cualquiera de nosotros", sus actitudes en la vía pública son correctas, hasta se diría en extremo caballerosas, sin que nadie pueda siquiera sospechar el trauma que sobrellevan, o en la indecible forma en la que de un momento a otro se convertirían ante a alguno de nosotros.










jueves, 16 de junio de 2011

Una Canilla gotea

De una canilla, caen gotas sobre una gran palangana llena de agua, vasos y platos sucios. Resuenan, a ritmo acompasado, ahondando el silencio a lo largo de un pasillo.

El sol se insinúa en el horizonte; amanece lentamente. Y lentamente disminuye la claridad en una habitación cuyas paredes son mohosas, sin revocar.

En un semáforo, un canillita agita un par de diarios en lo alto.

Unas manos, robustas y con mucho bello, tiran de la cadena que levanta la persiana de un taller. Una mano abierta cuenta monedas y recibe billetes que otra mano le va depositando. Sobre una sillita, una mujer coloca algodón entre los dedos de sus pies y procede a pintarse con esmalte negro, empezando por la uña del dedo gordo.

En la habitación, ahora en penumbras, una cucaracha camina sobre el moho de la pared sin revocar; más abajo, unas manos intentan treparse por ésta con desesperación.

Ahora el sol se despliega en lo alto, radiante. Miles de calzados trajinan calles, transportes. En una calle tranquila piernas de mujer van caminando por la vereda. Viste una pollera que le llega hasta las rodillas y calza unas sandalias coloradas, haciendo contraste con el negro de sus uñas. Más atrás, las piernas de dos hombres calzados con recios zapatos marrones siguen a la mujer. Al doblar la esquina ella se detiene un instante, y enseguida continua su camino. Los hombres corren y logran alcanzarla, agarrándola por la cintura y los brazos. Un celular cae al piso.

Se escucha un grito. Hay un forcejeo. Las piernas se entrelazan unas con otras. Uno de ellos la agarra con fuerza de las muñecas. La mujer intenta pisar los pies de los hombres, tira patadas, grita con desesperación. Resigna su resistencia recién cuando uno de ellos la agarra del cuello, tapándole la boca, mientras le pasa la lengua por el contorno de la oreja. Las piernas se le aflojan y ella se desmaya. Frena un auto.

Ahora los pies desnudos de la mujer caminan casi arrastrándose por pasto húmedo. Los hombres caminan detrás, sujetándole los brazos por la espalda. Cruzan un largo patio. Hay huellas de neumáticos que forman surcos de barro y piedras. A la mujer se le aflojan las piernas con cada paso hasta que cae, clavando sus rodillas en el barro.

Desde la habitación en penumbras, se oye un gemido apagado, un llanto incesante cómo de una larga agonía. El lugar es estrecho; manos temblorosas rasguñan la pared mohosa, intentando treparla; las yemas de los dedos se lastiman y sangran.

Mientras tanto, la mujer reposa sobre una cama. No se mueve. Sus pantorrillas tienen algunos raspones y lastimaduras. Los pies están llenos de barro. En una cama contigua, piernas de otra mujer de piel blanquísima, pintadas las uñas de los pies de un negro brillante. Gotas de agua se deslizan lentamente por el empeine, entre los dedos.

Desde la estrecha habitación de paredes sin revocar ya no se oye aquel gemido.

Una mano robusta y con mucho bello comienza a regar las piernas embarradas de la mujer. El chorro de agua va disipando el barro de las rodillas, de los pies, exponiendo la roja nitidez de las heridas, hasta dejar las piernas limpias. La misma mano tira de la manguera, desconectándola de la canilla, y la deja caer al piso. Todavía, un débil y entrecortado chorro de agua sigue saliendo.

La canilla queda goteando sobre la palangana llena de agua. Las gotas resuenan, con un sonido acompasado, fundiéndose en el silencio a lo largo del pasillo.


Marcelo Indertod - Mayo 2010

lunes, 11 de abril de 2011

Postales de vida de Enrique Mondano. 1ra. Parte

Que tal amigos, les presento la primera parte de esta nueva serie. Tiene que ver con un personaje llamado Enrique Modano, que trabaja en una agencia, como cadete de moto, y juntos, haremos una suerte de seguimiento en sus quehaceres cotidianos.





Una mañana más. Antes de salir a laburar, Enrique desayuna con su amorcito. Un clásico cotidiano: café con leche, medialunas, y alguna facturita con pastelera.



jueves, 10 de marzo de 2011

Virgen Rota

Cuento seleccionado (junto a Motorman) para formar parte de la antologìa pròxima a editarse, como resultado del concurso organizado por Fundaciòn Catedra. Ganador de una menciòn de honor.

A eso de las cuatro de la madrugada dieron la nota. Se habían pasado con la novia de alguno y los “patovas” lo sacaron a los tres, borrachos, del único pub del pueblo.

Sin ostentar violencia, los muchachos se fueron cantando bajito; total, habían pasado una noche a puro baile.

Caminaban por el medio de la calle, tambaleantes; por momentos abrazados; en otros, se empujaban o se subían a la espalda de quien iba adelante, como haciendo caballito.

Detrás de ellos, la luna imponente, lanzaba un haz de luz sobre sus pies, sobre la calle adoquinada. Algún perro ladró a lo lejos.

Al pasar por la parroquia del pueblo, a uno de ellos se le ocurrió una idea y la comentó. Las carcajadas de los otros dos bastaron para llevarla a cabo y, agarrándose la panza de la risa, siguieron al ocurrente hasta la parte de atrás de la iglesia.

Ahí forzaron una vieja puerta de madera y lograron entrar. Algo que no lograron ver batió las alas en la espesa oscuridad y el que iba adelante se sobresaltó. Sus amigos le dieron un empujón y a tientas caminaron hacia delante, sintiendo un olor añejo que les revolvía el estómago.

Llegaron hasta el altar de la virgen.

Uno de ellos, subió los dos escalones del pedestal y abrazó a la estatua por la cintura, con claras intensiones de sacarla de su sitio. Al apoyarla sobre su hombro, el muchacho la sintió muy fría y resbaladiza, al momento que perdía el equilibrio, cayendo de espaldas con virgen y todo. Se escuchó un ruido seco, de yeso partiéndose. El que estaba más cerca atinó a ayudarlo pero empezó a reírse con nerviosismo mientras que el tercero alcanzó a decir “esto mañana va a ser un escándalo”. Llegaría el cura y se persignaría horrorizado al ver la escena, más todo el pueblo ofendido en su fe, sentiría lo que sintió maría cuando vio a su hijo en la cruz.

El accidentado separó un pedazo de virgen que quedó sobre su pecho y se levantó como pudo, dando manotazos en la oscuridad, diciendo – ¡rajemos urgente de acá! Salieron rápidamente por donde habían entrado, y corriendo cada uno para su lado, se perdieron en la noche. Mañana habría tiempo para recordar la anécdota.

El cura llegó muy temprano como todos los domingos para preparar la misa y se encontró con un martes trece.


Contempló incrédulo aquella imagen mística, partida en tres pedazos, ultrajada, reducida a tres trozos de yeso incapaces de amalgamarse sin que en su entraña conserve todavía la terrible vejación. El cuerpo, partido en dos; un brazo, separado del torso. La examinaba fijamente, persignándose. De pronto echó una mirada a la hilera de bancos y se sobresaltó: en pocas horas llegarían los feligreses, para abrir sus corazones a sus rezos y a la misericordia de la virgen. Esto lo hizo pensar fríamente. Los devotos no podrían aceptar la ausencia de la virgen ni en una sola misa, ¿acaso como sostendrían su fe? Emplearía entonces sus dotes de artesano, claro, y la restauraría provisoriamente con sus pastinas y yesos. De hecho, todos los sábados en la parroquia, él lleva adelante una escuela de oficios, en la que enseña con mucha dedicación a adolescentes del pueblo y a algunos mayores que nunca han pisado un colegio.

Solo le quedan un par de horas, debería apurarse.

El domingo temprano, el panadero del pueblo, hábil asador de lechones los fines de año, y de estar al tanto del minuto a minuto, se encargó de hacer llegar la noticia a oídos de todos.

Como su terreno linda con la parte de atrás de la iglesia, vio al cura sin el traje de oficio, revolviendo algo dentro de un balde. Esta labor al principio no le llamó la atención, claro, cosa que suele realizar todos los sábados para sus cursos. Pero hoy es domingo, y por nada se lo vería sin su sotana negra. El panadero frunció el ceño intrigado y, oculto tras una pila de cajones de manzana, vio, o creyó ver, al cura sumergiendo en aquel balde un brazo de la virgen. Esta suposición bastó para el escándalo.

Así fue que, una hora antes de misa, los feligreses más fanáticos se agolparon en la puerta de la parroquia, eufóricos, exigiendo una explicación al cura.

Éste se presentó en la puerta, sereno, vestido con su traje de oficio, y enseguida fue persuadiendo al grupo (unos quince). Una vez más tranquilos los ánimos, los hiso pasar. Buscando sus ojos, miró comprensivamente a cada uno de ellos, y les explicó:

– En efecto, “algunos descarriados del camino del señor” entraron, y, con intensiones de herir nuestra fe, quebraron un brazo de la virgen, ¡pero tranquilos!, ya la reparé.

Con esto la gente se volvió a exaltar, mezclaban las voces y de repente todo fue un gran bullicio. Acaso el hecho de manipularla sin su consentimiento, o de no haber convocado a una sacra comisión restauradora, sería para ellos tan grave como el mismo incidente.


– ¡Aja! –se rió el cura, agitando los brazos, ¡están muy equivocados esos forajidos si con lo que hicieron pretenden desmoralizarnos!

Y dando media vuelta reveló la imagen de la virgen, tirando de una seda blanca que la cubría. Hasta ese momento el grupo de fanáticos no había sacado los ojos de aquello tapado sobre el pedestal. Un íntimo silencio los sobrecogió de golpe, al verla íntegra, incluso más brillante. Aprovechando ese instante de introspección mística no fue difícil para el cura convencerlos de que no divulgasen la noticia al resto.

Ya en misa, a bancos llenos, el cura, a quien consideraban como el guía moral del pueblo o como a un maestro, (incluso se cree que ejercía más influencia que el eterno intendente) de un momento a otro se enardeció, y empezó a hablar con dureza contra los vándalos que suelen “profanar la casa del señor” y, como era de esperarse de su estilo, vaticinó que “a todos esos les espera el peor de los males en la vida y en el infierno”.

Los feligreses lo escuchaban con total recogimiento. En cambio, se hubiera dicho que la expresión de aquel grupo que lo visitó temprano, siempre sentados en primera fila, reflejaba la de los damnificados que esperan ávidos la sentencia que dictamina el juez. No estaban del todo conformes con la restauración, ni mucho menos con que el caso quede impune.

El clima se tornó tenso, y en la atmosfera se percibía un vaho húmedo que pesaba sobre los cuerpos. Una señora se salió por unos segundos de la postura oratoria y se secó la frente con un pañuelo.

El cura, enérgico, seguía a todos con la mirada mientras hablaba. De tanto en tanto, se daba vuelta y dirigía sus palabras mirando a la virgen, imitando su misericordiosa apertura de brazos. Luego giró y ordenó a todos que lo acompañaran con una oración.

De pronto, todos se sobresaltaron con el aleteo de una paloma que salió volando de la parte de atrás del altar, y que siguió revoloteando por el techo del recinto, golpeándose en una y en otra pared, buscando huir, aturdida. Los feligreses la siguieron con la mirada, asombrados. El cura hacia caso omiso al suceso y, como quién entra en un trance y no se da cuenta del entorno, elevaba cada vez más la voz repitiendo – ¡por los siglos de los siglos amén!...

Las velas que rodeaban el altar se encendieron con vivacidad y un fuerte crujido, que pareció venir de las paredes de iglesia, estremeció a todos los concurrentes. El cura, pálido, miró la efigie, y todos se levantaron de sus butacas.


Unas grietas como relámpagos fueron serpenteando el cuerpo de la virgen al momento que ésta se desmoronaba en pedazos al suelo.

Cerca del mediodía, los muchachos aun dormían como troncos.

Uno de ellos soñó que tenía sexo sobre el palco de una iglesia, con la morochita que lo había rechazado en el boliche. El otro soñó que un cura, envuelto en una túnica negra muy larga, lo reprendía por haber orinado sobre una imagen sagrada. Por último, el ideólogo de la travesura, no soñó nada: la borrachera que tenía no se lo permitió.


Indertod / 20-May-10

jueves, 3 de febrero de 2011

Muestra Colectiva "Maquinaria Industrial Fest 2011"

Muestra colectiva en la que participaron Corrotion Decay (fotografía), Levtok Andrade (pintura) y quien escribe, Marcelo Indertod (ilustraciones), en el marco del evento "Maquinaria Industrial Fest 2011", realizado el pasado sabado 22 de enero, en esta oportunidad, en Ramos Mejía. Dicho evento (organizado por Corrotion Decay e Indertod desde el año 2000 en diferentes locaciones de Capital y Gran Bs. As.) se dedica a exponer las últimas tendencias de diseñadores y artistas plásticos y fundamentalmente,a difundir estilos musicales no convencionales, en géneros como el Industrial - Noise - Experimental - Power electronics y todas sus variantes más corrosivas.

 Corrotion Decay (fotografía) Serie: Recuerdos Putrefactos

 Levtok Andrade (técnica mixta, pintura) Serie: Contrastes

Indertod (ilustración) Ilustraciones de distintas series.